No hay nada tan gratificante como preparar una receta de cocina medianamente elaborada y que salga bien: eso sí, a veces es más complicado quitar el olor de las manos que preparar el menú. No os agobiéis, como casi todo en esta vida, ¡hay solución!. Lo primero que debéis evitar es lavaros las manos con agua caliente, pues, en contra de lo que se cree, lo único que conseguiréis es fijar más el olor.
Los olores más típicos del cocinero son los del ajo y la cebolla. Para que no os huelan las manos después de pelarlos y cortarlos, lo único que hay que hacer es poner las manos directamente bajo un chorro de agua fría, sin frotar y sin usar jabón, sólo dejando que el agua corra entre los dedos. Pero atentos, porque si tenéis que pelar y trocear tomate, ahorraos el paso del agua y peladlo directamente tras tocar la cebolla y/o el ajo. Casi por arte de magia, el olor desaparecerá.
Si ya habéis tocado algo u os habéis intentado quitar el olor con jabón no entréis en pánico, pues las opciones son múltiples: el perejil fresco, el café molido, la sal fina, el bicarbonato o medio limón (usad directamente este ingrediente si la causa del mal olor ha sido el pescado) son vuestros aliados. Elegid de esta lista el que tengáis más a mano, frotad las manos con él y, a continuación, aclarároslas solo con agua fría.
Otra solución es hacer uso del acero inoxidable. Usad algún artículo de este material para refregaos las manos con él bajo un chorro de agua fría. Como consejo, antes de empezar a revolver la cocina buscando algo hecho de acero inoxidable, mirad vuestro fregadero. ¡Si es de este material, servirá!
Saludos, Mateo
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