En ocasiones, los zapatos son propensos a adquirir malos olores en su interior. Si no se trata de un problema de sudoración, no es difícil evitar que esto ocurra o solucionarlo.
Lo primero que debéis intentar es cambiaros de zapatos. Al usar siempre los mismos evitamos su aireación total y es el principal motivo por el que comienzan a aparecer los malos olores. Así que, por mucho que os gusten, tratad de alternarlos al menos con otro par.
Además, podéis ayudar a conservar un olor “neutro” con un objeto que tenemos todos a mano y que solemos tirar a la basura: las bolsitas de gel de sílice que vienen en el interior de las cajas de zapatos, bolsos, mochilas y carteras cuando los compramos. Sólo hay que poner un par en el interior de los zapatos cuando nos los quitamos. Yo suelo guardar una caja con estas bolsitas en el zapatero, así las tengo a mano cuando me quito los zapatos y sólo tengo que ponerlas o guardarlas de nuevo cuando vaya a usar ese par. También se pueden sustituir esas bolsitas de gel de sílice por un calcetines o saquitos rellenos de arena para gatos.
Otra opción, muy usada por las abuelas, es espolvorear bicarbonato de sodio o polvos de talco en la plantilla) y dejarlo actuar toda la noche (sacudid bien los zapatos antes de ponéroslos). También podéis echaros directamente el polvo de talco en la planta del pie cuando os los vayáis a poner, así limitaréis la sudoración y la humedad en el interior del calzado.
Todo ello acompañado de una limpieza regular del calzado ayudará a evitar que el lugar donde guardáis los zapatos desprenda malos olores.
Como siempre, si conocéis algún remedio más, me encantaría que me dejaseis un comentario con el truco.
Saludos, Mateo
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