Desde pequeño he sido un poco ratón: veo queso y me abalanzo sobre él. Tan es así, que cuando viajo siempre pregunto por el queso típico de la región, e intento probarlo. Aunque ello no siempre es posible. Y es que aunque tengamos una gran tradición quesera en nuestro país, hay todo un mundo de quesos fuera de nuestras fronteras, y ello atañe no sólo a su elaboración, sino a la procedencia de la leche o a la forma de curarla.
- Casu marzu, un queso vivo
Este queso es típico de Cerdeña, está permitida su fabricación casera, aunque oficialmente no se comercializa debido a que está prohibido por temas sanitarios. ¿A qué se debe tanto misterio? Muy fácil, su característico y (dicen que) exquisito sabor se lo confieren las larvas de la mosca del queso, que se introducen en el producto deliberadamente. Y, además, para que se considere en su punto, al consumirlo las larvas deben estar vivas.
- Epoisses, un olor prohibido
Si digo que Francia es cuna de buenos quesos no descubro nada nuevo. Entre ellos hay uno que resulta exquisito, pero tan pestilente que se dice de él que está prohibido utilizar el transporte público si llevamos uno encima: me refiero al Epoisses, aunque no es el queso más pestilente del mundo, ni siquiera de Francia, según los rankings
- Ni de cabra, ni de vaca ni de oveja…
Estamos acostumbrados a clasificar el queso como de alguno de estos tres animales. Pero se puede fabricar queso de la leche de otros mamíferos, como la burra (queso Pule, de los Balcanes) y hasta de alce, como es el caso del queso que se produce en la granja de Moose House (Suecia).
Desde luego, en la variedad está el gusto, y también en lo que a quesos se refiere. Mi consejo es que degustéis vuestro queso preferido con una copa de buen vino y disfrutéis de cómo cambian los sabores en el paladar. Y, si os mancháis, no os preocupéis, que las manchas de vino también tienen solución.
Saludos, Mateo
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